Por: Dr. Alejandro Piedra Serrano
Durante la Edad Media Tardía (1125-1146) se sucedieron en Italia una serie de enfrentamientos entre familias de dos clases sociales: los Aristócratas, seguidores del Papa (Güelfos) y los Plebeyos, seguidores del Sacro Imperio Romano-Germánico (Gibelinos).
Estos nombres fueron tomados de la época en que Conrado III (autor de la Segunda Cruzada) subió al trono imperial germánico en 1138 apoyado por el dueño y señor del Castillo de Waiblingen, de allí el nombre de Ghibellino adoptado por los italianos. El Emperador expulsó de Baviera a los aristócratas pero, los rebeldes de Sajonia, se le enfrentaron usando como grito de guerra el nombre de su jefe: Welf = Güelfo para los italianos.
Muy pronto estas luchas de familias se trasladaron a la política y, durante muchos años, estos dos partidos políticos mantuvieron sus luchas entre ciudades Güelfas: Florencia, Montepulciano, Milán, Bologna y Orvieto, contra las Gibelinas: Pisa, Siena, Pistoia y Arezzo.
Incluso, dentro de una misma ciudad, los enfrentamientos se dieron entre los grupos opuestos provocando: asesinatos, venganzas y todo tipo de desórdenes.
Más aún, los Guelfos se dividieron en “negros” seguidores estrictos del Papa y “blancos” opuestos al Papa y al Emperador.
La literatura y la música se han referido a estos episodios de la vida social y política italianas de diferente manera. La Opera no podía ignorarlas y dos de ellas nos servirán para demostrarlo:
- “Simone Boccanegra”, de Giuseppe Verdi, un drama de acción política, amor paternal,
odio y reconciliación; y
- “Gianni Schicchi”, de Giacomo Puccini una deliciosa ópera bufa de amor, fraude y avaricia en la que, los elementos de la ”Commedia dell’arte”, aparecen retratados en: el seno de una familia de la aristocracia florentina así como en los otros actores de la ópera.
Simone Boccanegra (¿?-1363) fue una figura relevante en la historia medieval de Génova la cual, bajo su guía, tuvo una exitosa política exterior y varios años de paz. Corsario y miembro de la nobleza menor (por lo tanto un Gibelino) lideró el partido plebeyo, llegando a ser elegido Dogo por dos períodos. Murió por envenenamiento durante un banquete en honor del Rey de Chipre.
Verdi, en “Simone Boccanegra” nos muestra una obra de predominante tinte político y de amor paternal, que contiene momentos de intenso dramatismo y episodios sentimentales de singular belleza. Boccanegra ha tenido una hija con María, una aristócrata hija de Fiesco (un Güelfo) por lo cual, éste, lo odia a muerte.
Cuando Fiesco descubre, después de muchos años, que la expósita Amelia que él había criado es en realidad la hija de María y Boccanegra, se reconcilia con este aunque tarde. Boccanegra muere envenenado por un antiguo compañero de armas.
Gianni Schicchi, un gibelino, fue igualmente un personaje histórico y comete un delito de falsificación por el cual el Dante que era un guelfo “blanco”, lo coloca en el infierno (Canto XXX de la “Divina Commedia”) haciéndolo, de esta manera, inmortal.
Giacomo Puccini en su “Gianni Schicchi” nos cuenta que a la muerte del rico solterón y güelfo Buoso Donati, (apellido de Gemma la esposa de Dante), sus familiares descubren que toda sus fortuna y propiedades las ha donado a los frailes de un convento. Los parientes no se dan por vencidos, a regañadientes mandan llamar a Gianni Schicchi (cuya hija es pretendida por un sobrino del fallecido) a fin que, fingiéndose Buoso moribundo, dicte un nuevo testamento.
Uno a uno, Schicchi ante el notario, va dejando a los familiares algún dinero y una que otra propiedad de menor importancia pero, las propiedades más deseadas: “una mula prodigiosa, la casa y los molinos de Signa” se las adjudica él mismo ante la sorpresa, enfado y aceptación general, ya que se encuentran imposibilitados de denunciarlo. Es que el mismo Schicchi se había encargado de advertirles previamente: La amputación de la mano derecha y el exilio para aquel que falsifica un testamento y los cómplices que intervienen en la falsificación.
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